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Ministerios Dios Todopoderoso


El Rencor en la Biblia
“Así dice el Señor: Los delitos de Edom han llegado a su colmo; por tanto, no revocaré su castigo: Porque sin mostrar ninguna compasión persiguieron con espada a su hermano; porque dieron rienda suelta a su ira y no dejaron de alimentar su enojo.” Amos 1:11 (NVI) El profeta Amós suma profecías terribles para los pueblos que rodeaban a Israel. En tiempos de crisis y de angustia para los judíos, este profeta se levanta para hacer escuchar la voz de Dios, que siempre cumple en aplicar su Justicia. Entre las profecías entregadas, esta para Edom me impactó por la razón del castigo. Edom es el pueblo que desciende de Esaú. Esaú fue hijo de Isaac, y hermano de Jacob. De Jacob desciende Israel. Y ambos hermanos se pelearon duramente. Por mentiras, engaños y robos, la enemistad entre los dos hermanos se trasfirió a su descendencia. Y al igual que había pasado entre Isaac e Ismael que transfirieron su enemistad entre judíos y árabes hasta el día de hoy. El mismo rencor y el mismo odio se generó entre Jacob y Esaú, entre Israel y Edom. A tal punto que fueron enemigos siendo vecinos.
Lo notable es que sin importar de quien fue la culpa, o quien inició el conflicto, Dios castiga con
dureza a Edom por esta razón: dieron rienda suelta a su ira y no dejaron de alimentar su enojo.
Ellos alimentaron su rencor. Y por esa razón actuaron con dureza contra Israel.
¿Era justificado el enojo inicial de Esaú? Seguramente si, su hermano le había cambiado la
herencia del hijo mayor por un plato de lentejas, y le había robado la bendición de su padre
mintiendo y reemplazándolo. Cualquier se hubiera enojado en su situación. Y eso no es un
problema. El problema que Dios desaprueba es la consecuencia de ese enojo.
No es enojarse, sino que hacemos con el enojo. Para Edom, el enojo generó rencor, odio y
desprecio. Y ese fue su pecado. Humanamente hablando estaba justificado. Para Dios no. Y por su
actitud fue castigado. Amos nos deja una enseñanza terrible de como Dios analiza y juzga nuestra
actitudes. No condena nuestro enojo, pero si nuestro rencor.
Si analizaramos nuestras acciones, vamos a encontrar que muchas veces hemos actuado igual
que Edom. Y alimentamos nuestro rencor por situaciones pasadas e históricas. En lugar de optar
por el perdón, incrementamos nuestro rencor. Dios condena esta actitud.
Fuente: http://www.devocionalescristianos.org/2012/08/el-rencor-en-la-biblia.html
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